Sílvia Senz ens recomana la lectura d’un article de Luis Fernando Lara, «Diccionario de mexicanismos» (Letras Libres, febrer del 2011), que és una «dura i molt recomanable ressenya crítica» i que «denuncia amb arguments rigurosos com els organismes de normalització del castellà encara tracten com a colònies els territoris americans». Alguns fragments de l’article de Luis Fernando Lara:

[…]

Con la excepción de Melchor Ocampo, que se atrevió a reivindicar el derecho de los mexicanos a su propia manera de hablar la lengua española, desde el siglo xix se operó una distinción que todavía siguen haciendo nuestras sociedades, entre ese «español peninsular», considerado modelo de la lengua, y el de México, solo entendido como curiosa colección de voces y giros pintorescos, y en muchos casos bárbaros, solecistas y viciosos.

[…]

El único interés a ambos lados del mar se ha venido centrando en el «americanismo», en nuestro caso, en el «mexicanismo», es decir, «el conjunto de voces, locuciones, expresiones y acepciones caracterizadoras del habla de México, que distancian la variante mexicana respecto del español peninsular, concretamente, de su variedad castellana», según lo define Concepción Company, en la introducción del nuevo Diccionario de mexicanismos de la Academia Mexicana (Siglo xxi, 2010, p. xvi). Tal comprensión del mexicanismo hace de «la variedad castellana» —es decir, el español registrado como tal por la propia Academia, puesto que no parece haber un estudio amplio y descriptivo del español usado en las dos Castillas— el marco de referencia, la piedra de toque al que se somete el tratamiento del léxico mexicano considerado «mexicanismo».

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Pero, a fuer de caracterizar ese mexicanismo de una manera diferencial, Company lo hace afirmando que «las rutinas y los hábitos lingüísticos que otorgan identidad a los mexicanos […] y los grandes ejes culturales alrededor de los cuales se concentra el léxico del español de México» (las cursivas son mías) son «la obsesión por el sexo», «la cotidianidad de la muerte», «las cortesías»… y «el bien conocido y multiangular machismo». ¡Es ese vocabulario el que concentra el léxico del español de México y nos otorga identidad! Bonita manera de renovar el pintoresquismo del siglo pasado y a la vez de realimentar el estereotipo que tanto daño nos hace en la vida política y en los medios de comunicación, del mexicano macho, obsesionado por el sexo, soez y dado a la muerte; las cadenas de televisión Televisa y TV Azteca deben estar encantadas con este diccionario, que justifica plenamente el vocabulario de sus cómicos, sus reality shows y las indignidades que cometen con su público.

[…]

Sin duda este Diccionario de mexicanismos es una obra que hay que tomar en cuenta como a los muchos diccionarios de regionalismos mexicanos hechos por aficionados, que, mal que bien, apuntan palabras para después investigarlas y darles un tratamiento serio; comparado con el Diccionario de mejicanismos de Francisco J. Santamaría (Porrúa, 1959), está todavía muy lejos de poderlo mejorar, no digamos sustituir. El sesgo de sus fuentes primarias, la falta de un método lexicográfico bien sustentado, sus errores de análisis del significado, lo convierten en una obra desconcertante, de dudoso valor social. La lexicografía no se improvisa.

No cal dir que molts catalanoparlants mos podem sentir afectats també per eixa perspectiva sobre la «perifèria» que tenen els proclamadors d’aquella «llengua comuna».


Publicat per: Miquel Boronat Cogollos.

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